Hoy cuelgo esta entrada con la finalidad de empezarme a desahogar sobre un tema del que es absolutamente imposible hablar con según qué personas (sí, ya empiezo en plan fullero…), lo cual me genera importantes resquemores internos. [Recordatorio: la función de este blog es terapéutica].
Ya sé que lo ideal sería no «ajuntarme» con según quienes y no meterme en según qué fregaos, que es todo lo contrario de lo que vengo haciendo últimamente, pero bueno… La verdad es que es imposible tratar de hacerse entender sobre el tema en cuestión especialmente cuando una se encuentra entre personas metidas en los “movimientos sociales” y/o que se definen a sí mismas como personas de izquierdas (antes progres, hoy alternativas) y que se consideran personas comprometidas con la “sociedad” o la “ciudadanía” (puntualizar que para ellos ciudadanía y sociedad son sinónimos, lo cual es bastante, por no decir que muy, discutible, de ahí mi resquemor y este post de hoy).
Y no solo sientes que hablas contra la pared, sino que además corres el serio riesgo de que te traten de desacreditar tachándote de “antisistema”, “antidemocrático” (esto te lo dicen con los ojos saliéndose de las órbitas, como si estuvieran viendo al mismísimo anticristo), también te llaman “radical” o “extremista” (seguido de aquello tan manido de “los extremos se tocan”…).
Pues bien, se podría decir que todas estas personas parecen haber sido poseídas por un espíritu (o infectadas por un virus, según se mire) que comúnmente se conoce como “ciudadanismo”.
Y ahora, un poco a lo “tria la teva aventura” (como los libros que estaban de moda cuando una era joven):
*/* Para las personas que, por puro azar o aburrimiento vital, hayan venido a parar a este blog y estén leyendo esto y ya conozcan, como mínimo, el sobado texto del Impasse ciudadanista (o algún texto afín o estén suscritos a otros blogs-bíblia con mucha más solera, calidad y rigor que este, ver links de mi Omniverso particular a la derecha), pues hasta aquí el post de hoy. No cal que sigan, porque lo que sigue son conceptos elementales, tratados así a lo bulto, y no aporto nada nuevo. Muchas gracias por la lectura. Prometo subir el nivel de reflexión en futuros posts.
*/* Para las personas que, también por puro azar o aburrimiento vital, hayan venido a parar a este blog y estén leyendo esto y que hasta el momento no se han planteado nunca que esto de ser y sentirse ciudadano pues a lo mejor no es ser tan neutral ni tan guay, sino que es más bien una posición política bastante reaccionaria y procapitalista, pues si quieren pueden seguir leyendo. (sí sí, habéis leído bien, es una posición política, o más bien, una ideología, o ¿acaso os pensabais que eso de ser ciudadano era algo innato o universal o de naturaleza divina?)
En medio de esta situación global asquerosa que nos está tocando vivir y que está empujando a la gente a movilizarse, lo que es de escándalo es que tanto unos (los que mandan), como otros (“los ciudadanos”) enfocan la situación como si de una crisis se tratara. Las ideas ciudadanistas de manual son aquellas que últimamente se oyen partout: “queremos una democracia real”, “hay que reformar el sistema”, etc. Solo por encima, ya se puede ver que no son ideas prorevolucionarias: parten de la premisa que el sistema funciona, el único problema es que alguien lo está haciendo funcionar mal (“la crisis que la paguen los ricos”) y/o está abusando de él (“esto no es una crisis, es una estafa”), pero si entre todos conseguimos restablecer su funcionamiento, el sistema capitalista volverá a ser maravilloso como antaño.
Se ha de reconocer que debido a la agudeza de la situación, están empezándose a oír algunas consignas o ideas que cuestionan el sistema en sí (no su mal funcionamiento) y que hablan de destruir el sistema para crear uno nuevo. Ahora mismo yo creo que entre la gente que sale a la calle hay un batiburrillo de lemas y consignas que se contradicen y que tampoco nadie se ha parado a pensar mucho en ello. Tampoco sé si vale la pena. Pero bueno, desde mi punto de vista, si queremos una revolución, y si queremos acabar con el capitalismo, pues ya va bien que vayan “colándose” estas cosillas.
[Lo que acabo de hacer en estos dos párrafos es lo que se dice un análisis en profundidad y con rigor… modo ironía ON, menos mal que es mi blog…]
He seleccionado unos fragmentos del texto El impasse ciudadanista, firmado por un tal Alain C., de 2006 (no es nuevo, ya lo sé, pero ya es un clásico elemental…). He cogido los que habla más estrictamente sobre ciudadanismo. Pero hay otros muy interesantes, por ejemplo, los párrafos en que se habla sobre Keynes. Me saca de “pollaguera” escuchar a ciertos movimientos sociales o economistas progres adoptando a Keynes como pensador de cabecera y alabando las medidas económicas y políticas que proponía para salir de la dichosa Crisis del 29. Si esto es ser anticapitalista, que baje Kropotkin y lo vea.
Espero que, a partir de ahora, después de leer el post completo, quien me conozca (y haya tenido las narices de leerse esto) empiece a entender mi aversión hacia el reinado (o la tiranía) de la clase media y hacia la exacerbada militancia de todos sus miembros en esto que llamamos “ciudadanía”, son los principales activistas de este movimiento identitario.
Apelar al ciudadano que llevamos dentro es apelar a un sistema donde se pretende que las desigualdades económicas queden escondidas, o, por lo menos, en un segundo plano y fuera del espacio público, que es el espacio del ciudadano “por naturaleza”.
El concepto de ciudadano es un concepto que funciona de maravilla política y socialmente porque está “limpio” de resonancias a la desigualdad social y económica intrínseca del sistema. Desactiva el conflicto que generarían las desigualdades económicas de las que el sistema se alimenta. Por eso es usado desde todas las instancias oficiales y del poder. Apelando a él, de paso, se deslegitima y desacredita la lucha de los desposeídos, es decir, de los que ocupan la parte más desfavorable y la menos bonita del sistema. “Esta chusma, solo piensan en el dinero…”.
En resumen, el ciudadanismo vendría a ser la ideología del poder establecido y, como tal, es usada para mantener el orden público. Es mucho más efectivo montar una ideología que ponernos un policía al lado a cada uno de nosotros. De siempre ha salido más barato controlar nuestras mentes, que nuestros cuerpos, así nos “autocontrolamos” a nosotros mismos. Con esto quiero decir que no es un invento de ahora, es de sobra conocido que históricamente los sistemas en el poder construyen aparatos ideológicos con esa finalidad. ¿Por qué el capitalismo o el estado neoliberal tendrían que ser diferentes? La gracia de la ideología ciudadanista está justamente en que niega que exista tal ideología y nos adoctrina diciéndonos que ser ciudadanos es lo que nos hace ser libres.
Hasta aquí el panfleto. Hay montón de bibliografía que vale la pena sobre este tema, pero ya la iré poniendo en otros posts.
El texto completo está aquí: http://www.noticiasdelarebelion.info/pdfs/anticiudadanismo.pdf . Son 11 páginas traducidas del original en francés.
Mi humilde y cutre selección (de solo 4 paginillas de ná! y a 1.5 de interlineado, que se lee en un plis!): http://vidadealambique.files.wordpress.com/2012/12/impasse-ciudadanista_fragmentos.pdf
Ahora siento un poco de alivio. Aunque espero no acabar borrando la entrada…